Después de quedarnos sin la salida al cerro Poqui, ya que el Santuario iba a abrir de forma parcial, sin posibilidad de acceso a la cumbre, se nos ocurrió hacer un plan B. El cerro Conchalí era una buena alternativa, ya que el paisaje que lo rodea es hermoso en invierno. El bosque de olivillos, litres, espinos, entre otros árboles endémicos, de un verde intenso producto de las últimas lluvias, mezclado con el blanco albo de la nieve, el cielo azul y unas nubes maravillosas, hicieron que la vista fuese un grato espectáculo. Fue un día hermoso, apacible, sin viento, sólo una refrescante brisa, en una gran compañía de amigos DAV.