Objetivo: Cerro Matancilla

El Matancilla para mí tiene su particular historia y digo particular tanto por sus intentos como por cuando llegué a su cumbre. La primera vez que lo intenté estaba tan cansada que ni eso hice (intentarlo), me quedé a dormir a las faldas del Matancilla y vaya que fue reparador. El fin de semana siguiente hice el intento, algunos caballos pastando me anduvieron acompañando durante un tramo, me desvié para otro lado y cuando me di cuenta de eso, me puse a explorar y conocer más, encontrando un sendero que haciendo averiguaciones, este me llevaría al sector de Río Colorado y alrededores en dirección al noroeste. Ya en el tercer intento, estaba decidida a conocer su cumbre, si es que el Matancilla así lo permitía. Comencé a las 7:00 a paso tranquilo, fue favorable el haber ido antes a conocer, así fue más fluida la subida, sin embargo, hay una quebrada que al oeste se divisa de lejos una cruz. Esa famosa cruz no la había visto la semana anterior, en ese tramo se me perdió varias veces el sendero, así que me fui a campo traviesa hasta la canaleta, no sin antes sortear un acarreo poco amigable. La canaleta estaba con nieve, así que no fue tan complicado subirla, salvo por aquellos tramos donde había que abrirse paso y eso a veces se hace muy pesado, suerte no fue tanto. Llegando a la cumbre, lo primero que vi fue una cruz de madera con una bandera chilena amarrada a ella, el cielo estaba amenazante, había un viento muy cálido y las nubes muy oscuras, hice sesión de fotografías raudamente y bajé, llegando cerca de las 18:00 a la carretera. Fue una jornada larga, extenuante y entretenida, y vaya que se hace justicia al decir que en este cerro es fácil perderse. Al menos, fue lo que leí cuando cuando estuve estudiando el Matancilla antes de visitarlo y no fui la excepción, acá sí que hizo falta altímetro, afortunadamente me fue increíblemente bien!.