Objetivo: Cerro Pisco (Cordillera Blanca)

Este es el relato de un equipo formado principalmente por escaladores en roca con poca experiencia en alta montaña, pero con muchas ganas de vivir nuevas aventuras. Nos pusimos como objetivo entrar al mundo del montañismo, y qué mejor que el Nevado Pisco (5.752 msnm), una montaña ubicada en la imponente Cordillera Blanca de Perú, con espectaculares vistas y llena de desafíos que eran nuevos para la mayor parte de nosotros. El equipo lo conformábamos: Diego Lastra, sólido escalador en roca y amante de la escalada tradicional en fisuras, Priscilla Murillo (Pri) con amplia experiencia como escaladora y la única que había hecho montañismo de todo el equipo. Para cerrar la cordada los primos Joaquín Araneda y quien escribe estas líneas, Rubén Araneda, asiduos visitantes del Cajón del Maipo y con más de alguna buena historia de escalada en las placas de lo Valdés. Diego y Pri, durante un anterior viaje a Perú, quedaron encantados con el Nevado Pisco, y me propusieron este objetivo justo cuando estábamos tomando una cerveza a la espera de un avión para volver de un viaje de escalada a Taira. No sé si la cerveza me afecto más de lo que pensé, pero el hecho es que sin mucha reflexión me apunté en el viaje. Un par de conversaciones más y convencimos a Joaquín para que se uniera a la aventura. Una vez acordado el objetivo nos pusimos serios, de los cuatro integrantes del equipo tres nunca nos habíamos puesto crampones ni usado piolets ni nada que se le parezca. Nuestra experiencia en hielo era más bien cero. Es cierto que Joaquín y yo teníamos algo de experiencia haciendo monos de nieve en nuestras infancias en la Patagonia, pero no bastaría con eso. Tomamos entonces la tarea de prepararnos. La fecha propuesta para el ascenso era agosto y ya estábamos a mediados de mayo. A fines del mes de mayo y con bastante nieve en ese minuto, subimos al Pintor. Aprendimos a hacer agua a partir de la nieve, a montar las carpas con nieve y todas esas cosas que hacen los montañistas de verdad. Estábamos conscientes de que nos haría falta más preparación, así que nos volvimos visitantes frecuentes del grupo el Plomo para adaptarnos a la altura y pulir la técnica. Además, tomamos un curso de técnicas invernales para aprender todo lo que nos faltaba saber: auto-detención, técnicas de marcha en hielo, etc. Antes de partir teníamos que subir el Leonera, era nuestra prueba. Nuestra instructora, una destacada montañista nos dejó ese desafío final, la prueba de fuego para ver si estábamos preparados para no ir a dar pena fuera del territorio nacional. Con condiciones de bastante frío y viento logramos hacer cumbre con Diego, luego de una caminata larguísima a un paso bastante regular. En esa ascensión aprendimos los rigores del ritmo y ya con ese objetivo cumplido teníamos más confianza de que al menos uno del equipo podría hacer cumbre en Perú. Viajamos a Lima, estuvimos un tiempo breve y nos dirigimos a la ciudad de Huaraz. Uno de los momentos más riesgosos de toda la expedición fue el viaje en taxi desde el aeropuerto al bus que nos llevaría a Huaraz. El estilo de conducción “rápido y furioso” parece estar grabado a fuego en los taxistas limeños. Una vez en Huaraz, nos aprovisionamos con todos los víveres y elementos necesarios para la aventura y partimos rumbo al Pisco. Nuestro primer campamento iba a ser en las cercanías del “Refugio Perú”, a 4.675 msnm. Al llegar a este punto entramos al refugio a conversar con la gente, y cordialmente nos ofrecieron un mate de coca. Joaquín venía un poco golpeado por la altura, y su condición comenzó a empeorar así que decidimos quedarnos en el refugio para mayor comodidad y seguridad. Al amanecer, si bien Joaquín había mejorado respecto a la noche anterior no se sintió en condiciones de subir, por lo que decidió permanecer en el refugio. Con signos de que su evolución era positiva y considerando que a veces toma más valor renunciar a una cumbre que insistir tercamente, respetamos su juicio y lo dejamos en compañía del equipo del refugio. Junto a Pri y Diego, partimos después del mediodía con rumbo al Campo Morrena, lugar donde planificamos hacer nuestro campamento para atacar la cumbre en la madrugada. Si bien el camino no era especialmente difícil, había una bajada bastante arriesgada en un abrupto corte de tierra suelta. Para no caer al vacío hay una cadena anclada a un par de rocas para descender. Es ahí donde todas nuestras horas de escalada en roca rindieron sus frutos. Una vez sobrepasado este obstáculo, el resto fue caminar entre bloques de roca sin perder la ruta. Pasadas las 16 horas llegamos al punto donde montaríamos nuestro campamento; cocinamos, bebimos alguna bebida caliente y nos fuimos a dormir para recuperar la energía invertida en la caminata. El día de intentar la cumbre había llegado. Nos levantamos a las 2 de la madrugada y entre arreglar nuestras mochilas de ataque, agua, raciones de marcha, etc., y luego de beber un reconfortante té caliente partimos a eso de las 3 de la mañana. Luego de una media hora de caminata el momento más esperado había llegado. Nos calzamos los crampones, tomamos nuestros piolets, nos encordamos y comenzamos a caminar por el glaciar que nos llevaría hasta la cumbre. Las condiciones meteorológicas eran ideales, cielo despejado, poco viento. Para llegar a la cumbre solo debíamos lidiar bien con la altura, evitar y cruzar varias grietas, y mantener un buen ritmo de marcha. No se trata de una ruta difícil, pero hay grietas que son bastante profundas, lo suficiente como para no ver donde terminan y lo bastante anchas como para no poder cruzarlas de un salto. Además, más de alguna pendiente con bastante inclinación nos quitó el sueño recordándonos que debíamos permanecer siempre atentos. A eso de las 8 de la mañana toda la preparación y la fortuna necesaria se conjugaron y logramos hacer cumbre. Al fin conseguíamos el objetivo que nos habíamos planteado meses atrás. No sé si estamos en condiciones de hacernos llamar montañistas, pero por un instante en esa cumbre me sentí feliz y las sonrisas de mis compañeros delataron que estaban sintiendo lo mismo.