Experiencia bastante especial. Partimos buscando sin saber por donde acceder al cerro hasta que encontramos abierto el portón del camino que lleva hasta su base. Había un encuentro de motociclistas bastante grande por lo que a ratos había un ruido infernal. Cuando empezamos a subir nos dimos cuenta que al otro lado de la quebrada hay dos clubes de tiro por lo que se sube al cerro escuchando disparos todo el rato. A pesar de eso, el cerro es como una isla que estaba verde, lleno de vegetación y con muchas aves dando vueltas. Para llegar a la cumbre hay que pasar por un interesante sector de rocas. Su posición privilegiada permite que se tengan grandes vistas desde la cumbre. Entre otras cosas, se veía con claridad el tranque de relave Tórtolas. El cerro está en medio de una zona muy amenazada que se debe proteger.