Gracias a un colono de Ránquil que conocimos en el salto del Pulul partimos a la laguna Mariñanqui. Nuevamente resultó ser un lugar increíble, muy solitario y, como es habitual. Rodeado de mucho bosque. Tuvimos que pelear un rato con el bosque de ñirre, pero finalmente llegamos la laguna. Entre medio ascendimos el cerro que está al lado de ella que se llama Potro del Diablo. Se supone que hay más lagunas para visitar, pero nos costó encontrar la huella hacia ellas.