El DAV también tiene una biblioteca
o
Notas de un bibliotecario solitario
Ahí está sentado cada jueves en la sede del club, las repisas con más de 700 libros esperando, como la vendedora de cebollas en el mercado semanal en Tilcapampa, que alguien se equivoque y pida prestado un libro. 100 Pesos por día es la tarifa de préstamo, una contribución que no se alcanza a expresar en Pfennig puesto que actualmente, en cualquier banco de Santiago, por 1 Marco se reciben 9000 Pesos. Personas entrenadas en cálculos pueden extraer la raíz y a través de una interpolación determinar los enormes costos que produce el préstamo de un libro. De forma excepcional, la cantidad acá no influye dice el bibliotecario por lo que sube la tarifa, como acá es habitual, en un 100% y exige 200 Pesos diarios. (Con eso la relación algo se mantiene cuando los bancos, un par de días más tarde, pagan 13.000 Pesos por 1 Marco). El éxito es abrumador, no provoca, como todo libro de economía informa, una disminución de la demanda, sino que algo diferente: no pasa nada. ¡Ajá! dice el lector atento, no pasa nada puesto que donde no hay demanda, ésta no puede disminuir. Bueno, veamos ahora que, a pesar de las constantes malas noticias desde el sector económico de Chile, se ha registrado una pequeña alza de la presencia en la biblioteca del DAV.
En el año 1968 se prestaron 6 libros, es decir, casi un 1% de la totalidad de libros de esa época que llegaba a 650. Tras una caída abrupta a un 0,7%, es decir, 5 libros en el año 1969 hubo un gran alza a 20 libros en 1970. Las malas lenguas dicen que tiene que ver con el cambio de gobierno y el estudio de los pasos andinos. Por mi parte no sé qué tiene que ver. Un cálculo estadístico da una correlación de cero. En 1971 se consolidó la situación y se prestaron 10 libros. ¿Tienen algo que ver los pasos andinos? Para este año se ha producido de nuevo un Aconcagua con los préstamos: ¡a mitad de año ya son 16 los libros prestados! Siguiendo las probabilidades eso daría a fin de año… No, me dan mareos, ¡no lo puedo creer! Y esto cuando es el doble de caro. Quizás debería subir la tarifa a 400 o a 800 Pesos diarios. Como dicen los psicólogos: el hombre está convencido que sólo lo caro puede servir (para los chilenos esta es una especie de credo). Pero no puede ser completamente cierto. También la adquisición barata o incluso la gratuita también es valorada, como en el transcurso de los últimos 3 años atestigua la perdida de 36 libros. (A propósito: corresponde a todos los préstamos de los años 1968, 1970 y 1971 juntos lo que ha sido «olvidado» de devolver). Y con esto déjeme, querido lector, terminar el triste reporte acerca de nuestra biblioteca. Quizás piensa alguno si es que tiene el tiempo de mirar un poco algún libro. La UNESCO ha constatado que si uno no entrena sus habilidades de lectura, corre el riesgo de caer en analfabetismo. Entonces, ¡cuidado! Queremos intentar recibir un par más de hermosos estantes con vidrio, puesto que lo que uno no puede ver difícilmente interesa a alguien y nuestros estantes cerrados no invitan a poner un ojo en ellos. Tengan confianza, con gusto el bibliotecario los va a dejar echar una mirada al misterioso contenido que se oculta tras puertas de roble. A su servicio: los jueves en la sede del club desde las 19:30 hasta las 21:00. En casos de fuerza mayor, es decir, una conferencia, también un jueves, pero el siguiente.
Su bibliotecario.
Artículo publicado originalmente en la Revista Andina 1969-1972.
Traducción: Álvaro Vivanco