Relatos

El Potrero Grande – Traducción del artículo de 1937

El Potrero Grande

Por H. Rentzsch

En muchas bocas ya se encontraba la palabra, en algunos ámbitos se mencionaba así que voy a intentar, en las próximas líneas, acercar el Potrero Grande a quienes, hasta hoy, no han tenido la posibilidad de disfrutar de este verdadero paraíso del ski. El Potrero Grande es una extendida altiplanicie que se encuentra a una altitud desde los 2200 hasta los 3000 m entre la Sierra de Ramón y el cordón del Quempo con el valle de Molina por un lado y el valle del Colorado por el otro.

Ya en los primeros años del ski en Chile se encontraron allá arriba los expertos del deporte blanco que reconocieron de inmediato en esta zona las posibilidades infinitas que ofrecía. En el año 1935 surgió, bajo grandes esfuerzos personales de miembros de la comunidad de esquiadores, el Refugio Los Azules en la parte superior del valle del Manzano y todavía en ese año se consiguió el Refugio Las Totorillas como un segundo punto de apoyo en esta incomparable zona para esquiar. Quien no va exactamente a pasear puede alcanzar Los Azules en 4 horas y Las Totorillas en cinco horas desde el Manzano; en primavera ya se puede cabalgar hasta los refugios y allá arriba es posible esquiar hasta octubre.

No es la forma alemana de ser el pasar todo un día domingo tirándose por la misma ladera, sino que en nosotros se encuentra la pasión por recorrer y acá es donde el Potrero Grande, tal como ya se mencionó, ofrece posibilidades desconocidas. En primer lugar, agarramos el Alto de los Bueyes que se encuentra delante de nuestra nariz y que con sus 2650 metros no ofrece dificultades para los principiantes. Desde el Refugio Los Azules estamos en un cuarto de hora en el «cerco», ese es la arista que hace de límite con el valle de Molina y desde ahí subimos hacia el Este y después de una hora estamos en el Alto de los Bueyes. Si es que uno no quiere regresar por la misma ruta, hay que dirigirse hacia el Sur y así acceder, por una ladera más empinada, pero la mayor parte del tiempo cubierta por nieve polvo, hacia un pequeño valle que se extiende hacia el Oeste hasta el refugio. Este pequeño valle se utiliza también para acceder al cerro vecino, el Punta de Cobre de unos 2700 m de altitud. Una interesante ruta es la travesía de ambos cerros lo que en total toma unas 4 a 5 horas incluyendo el tiempo para descansar.

Como los objetivos propuestos pueden crecer en forma proporcional -hay algunos para quienes crecen al cuadrado, al menos en teoría- el Terremoto con sus 2900 m ofrece un muy reconfortante destino. El 28 de julio de 1935, el día de la inauguración del refugio Los Azules, se subió por primera vez con esquíes. Desde el «cerco» se baja directo hacia el «Bissingerloch» («vuestro» hombre se cayó una vez ahí, la continuación de la historia oculta algo) y por el valle dirigimos nuestras huellas hacia el majestuoso cerro. El ascenso nos lleva a la ladera de la derecha hasta un portezuelo y desde ahí a la gran hondonada que hay más arriba. Lo más reconfortante en este cerro es que la mayor parte del tiempo tiene nieve polvo y luego una insospechada vista a la distancia hasta el cordón fronterizo. Además viene el sentimiento de felicidad que nos acompaña en la subida, el placer de la hermosa bajada por las grandes laderas que se abren hacia el sur. En alrededor de 5 a 6 horas estamos de regreso en el refugio.

Un poco más de esfuerzo requiere el «Rey» de los cerros del refugio, el Ramón con 3240 m de altitud. En 1929 fue ascendido desde la Quebrada de Macul por primera vez con esquíes, sin embargo, es más agradable el ascenso desde el Refugio Los Azules. Desde el «cerco» los insectos del refugio pueden ver por dos horas como la gente sube a las estribaciones hasta que desaparecen y sus huellas avanzan más allá del portezuelo, tras el cual el Ramón es visible por primera vez. Por la arista más marcada por el viento se alcanza, tras unas 4 a 5 horas de ascenso, la cumbre. En un raro esplendor se levanta el glaciado cordón fronterizo detrás del amplio Potrero Grande. Al otro lado se ve hacia abajo la capital y más atrás, la Cordillera de la Costa. Para la bajada nos separamos. Para los más inseguros se recomienda bajar a pie. Los más atrevidos bajan por la misma arista de la subida y luego siguen a la izquierda por una amplia hondonada. Poco antes de que esta última se transforme en una angosta canaleta, cruzamos a la derecha por las rocas y así llegamos a la gran ladera de bajada en la que cada uno de acuerdo a sus ganas puede esquiar hasta llegar al «Bissingerloch». Tras una pequeña subida tenemos la deliciosa bajada de «Engadin» y tras unas 7 horas estamos delante del refugio.

Una pequeña caminata nos deja en unas 2 horas en el vecino refugio de Las Totorillas, al que se sube desde el puente del río Colorado. Junto a muchas cumbres maravillosas, que se pueden ascender desde el refugio, es especialmente el Temblor con sus 3000 m el objetivo más tentador. En unas 2 a 3 horas se alcanza su cumbre desde el Oeste y la bajada puede ser elegida según el gusto, pues hacia todos lados es hermosa. También los cerros antes mencionados, el Alto de los Bueyes y la Punta de Cobre, son excursiones que valen la pena desde este refugio.

Hemos hablado bastante de los cerros de los alrededores, desde los cuales se tiene una vista magnífica de la enorme planicie del Potrero Grande. No sólo sus ascensos son parte de las ilimitadas posibilidades, sino que también las diferentes y variadas combinaciones de trayectos que se pueden realizar en esta altiplanicie. Los dos «Rennsäue» de la sección han cruzado completamente el Potrero Grande por primera vez en agosto de 1935; esta fue la primera travesía de altura en la cordillera. A un ritmo muy rápido y con buena nieve, necesitaron 12 horas desde Los Azules hasta el refugio del Ski Club en El Colorado.

Este tipo de excursiones, tan extremas, no son para cualquiera. A pesar de eso, estoy convencido de que con el tiempo no sólo los «Rennsäue» van a ser capaces de realizar esta travesía única. Nuestros esfuerzos han estado desde siempre dirigidos hacia el desarrollo de la cordillera con la construcción de refugios de montaña. En el verano 1936/37 vamos a tener nuestro cuarto refugio en La Parva y ¿cómo se vería a continuación con otro pequeño refugio en el valle del Cepo o en las laderas oeste del cordón del Quempo? Esto haría posible una nueva travesía de altura de varios días en forma cómoda: Los Azules, Las Totorillas, Refugio del Quempo y La Parva. ¿A qué amante del ski no le late más fuerte el corazón al pensar en estas posibilidades? No olvidemos con esto nuestra tarea principal, en el futuro mantenernos en una posición de liderazgo en el desarrollo de la cordillera.

Artículo publicado originalmente en la Revista Andina 1937

Traducción: Álvaro Vivanco