Relatos

Escalada en los alrededores de Calama – Septiembre 2024

Cecilia Martínez

Cecilia Silva

Ignacia Valdivieso

Tomás Zegard

 

En un intento por repetir una gran experiencia de escalada en la Quebrada de Nacimiento, Socaire, Región de Antofagasta, un grupo de escaladores tomamos pasajes a Calama para la semana de fiestas patrias. Pero nos llevamos la triste sorpresa de que la Comunidad Atacameña de Socaire decidió cerrar su acceso pocos días antes de nuestra llegada. La decisión de cerrar se hizo en base a preservar el valor ambiental, cultural y arqueológico del lugar, justamente debido a malas experiencias con escaladores. Aquí te contamos qué oportunidades nos abrió esta frustración inicial.

 

Tras aterrizar en Calama tomamos el auto que habíamos arrendado, en busca de un desayuno que nos repusiera de la falta de sueño. Gracias a las recomendaciones de San Google, caímos en el Delfín Verde, local de espectaculares porciones a precios sumamente razonables.

 

Con el estómago lleno, fuimos a abastecernos al supermercado (hay que llevar todo, especialmente agua) y emprendimos el rumbo al sector de Ojo de Opache, una quebrada a 11 km de Calama con paredes de arenisca y lutita y rutas de escalada deportiva con grados de dificultad desde el 5.7.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El entorno es muy seco. Casi la única vida que observamos fueron unas lagartijas de patas largas que parecía que volaran sobre la arena (Corredor de Atacama). Si el viento corre muy fuerte, levanta la chusca, un polvillo tan incómodo que te puede expulsar del lugar. Tuvimos la suerte de que sólo nos molestara una noche, mientras dormíamos.

La graduación nos resultó muy engañosa, ¡debimos trabajar las rutas 5.9 para encadenarlas! La ruta 10a, “Creerle a tu ex”, nos ganó a varios de nosotros. Para qué decir la ruta 10d, abierta por nuestro socio Jorge Soto.

 

 

Debemos agradecer a la comunidad escaladora de Calama que, para difundir el lugar y promover la conciencia de su cuidado, ha dejado este artefacto bastante poco atractivo:

 

Pero no te dejes engañar, NO es un caca tubo, sino los topos del lugar, impresos y plastificados hoja por hoja.

 

Durante 3 días nos dedicamos al Sector Clásico, sumándose durante una de las jornadas dos familias del DAV. Fue un agrado ver el potencial de nuestros escaladores más jóvenes del DAV, motivadísimos en probar las rutas del sector. Podríamos habernos quedado más de las 3 noches en que nos alojamos allí, pues hay otros sectores a los que no fuimos. Sin embargo, queríamos continuar nuestro viaje.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nos regalamos una jornada de descanso en San Pedro de Atacama, buscando alguna experiencia más relajada después de varios días intensos: ojalá una ducha, o al menos un lavatorio en la Franchutería, una cafetería hermosa y con excelentes sándwiches en pan baguette.

 

Con las pilas nuevamente cargadas, nos desplazamos a Taira, una comunidad indígena atacameña a 90 km al norte de Calama, en el curso superior del río Loa, al que se llega tomando el camino hacia la minera El Abra, para luego tomar la ruta B-141. Al internarnos ya en la quebrada misma, comienzan a aparecer una infinidad de paredes que nos dejan maravillados. ¡Taira tiene un enorme potencial para la escalada tradicional!

 

Apenas llegamos, pasamos a saludar a la Sra. Julia, guardiana ancestral de tan maravilloso lugar. Nos recibe muy amablemente y se ofrece para mostrarnos un poco más de la zona. Nos lleva a la joya arqueológica de la zona: El Alero de Taira, un refugio rocoso natural donde se puede ver una muestra del alucinante arte rupestre atacameño. Múltiples grabados y pictograbados de más de 2500 años de antigüedad, donde destacan las figuras de las llamas.

Quedamos alucinados con el lugar. Aunque no escales, querrás quedarte a acampar, admirar el cielo estrellado, hacer trekking, emocionarte con el arte rupestre, bañarte en las pozas termales o simplemente deleitarte con las llamas mirándote con su curiosidad infinita…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En cuanto a la escalada, la quebrada está llena de coquetas fisuras para hacer escalada tradicional, aunque pocas de ellas tienen descuelgues. Para ser honestos, a falta de topos, no vimos ningún descuelgue, y fuimos en busca de alguna ruta que nos permitiera subir y bajar sin compromiso. Peeeeeero, la verdad es que las rutas que elegimos estaban requetesucias y tenían rocas muy amenazantes.

 

La más fácil de ellas, abierta y bautizada por Tomás como Chulenguito, requirió bajarla desescalando en artificial (proeza realizada por Cecilia Martínez).

La más espeluznante, en tanto, requirió de conocimientos y trabajo arduo para hacer un descuelgue natural seguro: 70 minutos de trabajo en altura para finalmente rapelar desde 1 stopper (muy bueno) y 3 nudos empotrados bastante dudosos. Por nombre le pusimos Axsaraña (“susto” en aymara).

Al día siguiente, llegaron otros escaladores y nos mostraron las rutas que sí tenían cadenas. Hay varias y de diversos grados, pero lamentablemente no pudimos probarlas porque ya teníamos que volver a tomar el avión de regreso. Tenemos que elaborar los topos ¡Obligados a volver!