Relatos

Intento de ascenso al Aconcagua – Traducción del relato de 1972

Intento de ascenso al Aconcagua

Febrero 1972

Estamos en el patio del colegio, justo hay una pausa cuando nuestro ex profesor de Gimnasia Dieter Becker viene hacia nosotros. » Buenos días, muchachos, hace un par de días regresé de una expedición al Aconcagua, una zona magnífica, en realidad deberíamos partir juntos para allá de nuevo.» Sus palabras provocaron gran entusiasmo entre nosotros y desde entonces que es un hecho que la expedición se va a realizar.

Así ocurrió para que nosotros, hoy viernes 11 de febrero de 1972, estemos listos en Río Colorado y esperemos hasta que las mulas estén cargadas. El líder de nuestra expedición, Dieter, Gustav Schwarzhaupt y yo, ambos de su grupo juvenil, y los dos arrieros, Hernán y Lucho forman nuestro pequeño equipo.

Todavía en Chile

Lentamente avanzamos por el valle del río Colorado. Todavía hay muchos arbustos, matorrales y pequeñas plantas junto al río. El sol brilla de forma esplendida y el ánimo se mantiene alto. A las 15:00 decidimos hacer una pausa. Gruesas nubes han cubierto el cielo azul y se hace necesario ponerse algo de abrigo. Tras dos horas de descanso partimos de nuevo. De forma abrupta sube la huella de mulas por la ladera del cerro. Una y otra vez perdemos altura porque la huella debe rodear terrenos difíciles. Al otro lado, los animales fuertemente cargados jadean y así es como el día se hace muy trabajoso. Bien abajo escuchamos el murmullo del río Colorado, en sus orillas queremos acampar hoy. Son las 19:45 cuando alcanzamos el lugar de campamento. La carpa la levantan Gus y Dieter directamente junto al río, mientras yo me preocupo de la cocinilla, lo que va a ser mi principal preocupación en todos los campamentos.

Continuamos con buen tiempo. Hoy queremos dejar el río Colorado para llegar, a través del paso de Pedro y Pablo, al cajón de Riecillos. Los animales están cansados, las grandes pendientes del primer día se repiten hoy. Apenas entramos en el nuevo cajón, debemos cruzar el río. Los animales toman de forma correcta el vado. A mi mula de patas cortas, que debido a su velocidad y descaro recibió el nombre de «motoneta», le alcanza el agua hasta la barriga y mis pies terminan profusamente bautizados. Feliz de estar nuevamente en la orilla, veo como dos mulas con nuestras provisiones nadan en aguas profundas. En la pausa a mediodía nos preparamos para lo peor, pero tuvimos suerte otra vez. Se demostró que fue una buena idea envolver en bolsas de nylon todo lo importante. La noche la pasamos junto a un pastor que junto a dos compañeros cuidaba su rebaño en la cordillera. Nos fue regalado un pedazo de costillas que los arrieros preparan de forma exquisita.

Al tercer día estamos en medio de la alta cordillera. El Paso de Pedro y Pablo (3850 m) es cruzado y cerros como el Altar y el Nevado de Leiva nos permiten disfrutar de una buena vista.

En Argentina

A 4150 m se encuentra el Paso de Leiva, por el que debemos cruzar hacia Argentina al valle de los Patos, el cual debe transformarse en nuestra casa por un buen tiempo. Poco antes de la frontera me llama Hernán: «Mira, allá arriba hay un guanaco.» A unos 100 m sobre nosotros, sobre una pequeña colina se encuentra uno de estos magníficos animales, los cuales antes poblaban por miles Los Andes y caían presa de cazadores una y otra vez. Por suerte nuestros compañeros no tienen una escopeta porque de otra manera ya la habrían usado sobre el hermoso animal.

A mediodía nos encontramos en el lugar que los arrieros designan como campamento base a tan solo 3600 m de altitud. El campamento es ventoso y no nos gusta. Por mientras buscamos un lugar mejor unos diez minutos más arriba. Mañana queremos salir a explorar para trasladar el campamento base sobre los 4000 m.

Tras un agradable desayuno y un no tan agradable baño en las gélidas aguas, partimos. El día es maravilloso por lo que llevamos todo el equipo fotográfico. Tras tres cuartos de hora pasamos junto a una laguna rojo verdosa, la cual es habitada por un tipo especial de algas rojas. Con nieve fresca brilla el Aconcagua, el rey de los Andes, al fondo.

Pasamos junto a antiguos baños termales. De unos 5 m de largo es la piscina, actualmente fría, que como un cráter sobresale y brilla con tonos amarillos. Llegamos a una de las huellas indicadas por la última expedición alemana a unos 4000 m.  Ya estamos cerca de la arista que nos debe llevar a los 5000 m, pero queremos ver si es que más arriba podemos encontrar un campamento base. Tras un agotador acarreo encontramos a la misma altitud una loma que, como un pan de azúcar, al final del valle ofrece el lugar adecuado.

Campamento Base Patada de Mula

Después de que ayer, a pie necesitamos 4 horas, hoy con las mulas, resulta mucho más rápido. El último resalto hace que los animales se tengan que esforzar mucho, así que Dieter desmonta. Con las riendas en la mano, avanza lento, sin embargo, no por mucho. De pronto su animal se suelta y corre como un loco hacia la madrina, el animal líder. Finalmente se detiene y Dieter se acerca desde atrás para volver a montar después de la salvaje cacería. Pero su mula lo ha pensado diferente y con una patada precisa a la rodilla lo bota al suelo por lo que, maldiciendo, le grita su opinión al malhechor. De esta forma nuestro campamento base recibe el nombre de «Patada de Mula».

Campamento Alto: Carolina

Ya llevamos una semana de expedición. Arriba del gran acarreo que nos comunica con el glaciar de Güssfeldt, a unos 5000 m queremos montar nuestro campamento alto. Nubes oscuras se acercan desde temprano a la cumbre. Suponemos que en un par de horas va a pasar algo, sin embargo, el camino se puede encontrar bajo cualquier condición meteorológica, por lo que decidimos subir. Muy cargados, con carpa, provisiones para 4 días, cuerda, piolet, crampones, etc. alcanzamos, tras 3 horas, en parte por el recién nevado promontorio, el glaciar. A ratos podemos reconocer al rey de los Andes entre las nubes. Así como hoy se debe ver el Aconcagua en invierno. Todas las huellas están cubiertas por nieve. ¿Será posible encontrar así los refugios? Mientras todavía aplanábamos el piso para levantar la carpa, comenzó la tormenta. El trueno resuena sordo, sin embargo, el campamento debe estar en pie hoy. El trabajo resulta agotador. La visibilidad es de unos 10 m. Tras un par de minutos ya nos vemos como muñecos de nieve. Tras una hora finalmente lo hemos logrado. El viento, como un enajenado, nos golpea  desde la parte superior de la arista en las caras. El granizo duele y la temperatura ha bajado a, por lo menos, -10° C. Cómo nos alegramos por nuestro campamento base, por una sopa caliente y por una agradable ronda de skat. Mañana es día de descanso. Pasado mañana debemos partir. Esperamos que mejore el tiempo.

El tiempo dice: ¡paren!

Llenos de esperanza y optimismo dejamos nuestro campamento base. Nos sentimos en excelentes condiciones. Nada de puna y el cielo está majestuosamente azul. En tres cuartos de hora estamos a los pies de la arista. De nuevo se acercan nubes, pero nosotros queremos seguir incluso aunque sólo sea hasta el campamento Carolina. Todas las piedras del promontorio están congeladas. De pronto uno grita: «Cuidado» y ya sabemos y nos cubrimos atrás de las mochilas. Como disparos pasan las piedras junto a nosotros. Con precaución evitamos la zona de peligro y a comienzos de la tarde alcanzamos el campamento. Otra vez se han acumulado nubes delante del cerro. Otra vez parece que se va a desencadenar una tormenta de nieve. En las dos noches anteriores cayó aún más nieve. Dieter conoce el cerro y nos dice lo que durante el ascenso hemos temido y que para cualquier montañista siempre es un riesgo: «Compañeros, tenemos que volver. Esta vez no hay nada más que hacer.» Un instante más tarde, para mayor abundancia, caen granizos, así que estamos felices cuando estamos de vuelta en «Patada de Mula».

Tour fotográfico en el glaciar de Güssfeldt

El lunes llegan los arrieros, así que seguimos bajando. Difícil nos resulta la despedida de nuestro campamento base. Ni siquiera hemos podido tomar buenas fotos del cerro desde los 5000 m. Sin embargo, en eso aparece la oportunidad. El tiempo mejora, la cabalgata de bajada se pospone para el miércoles, así que el promontorio nos ve por tercera vez. Queremos pasar la noche a 5000 m y luego ir al glaciar de Güssfeldt. Con un tiempo magnífico escalamos entre los penitentes de tamaño de una persona. Pequeños riachuelos corren entre ellos hacia las profundidades. El anhelado objetivo se divisa fantástico delante nuestro. Como en los días anteriores, se acercan nubes y la luna aparece en el cielo demasiado temprano. A las 23:00 las noches ya son completamente oscuras. El sueño de la cumbre ya está olvidado, sin embargo, a medio camino estamos satisfechos con nuestro botín de fotografías y levantamos otro campamento a 5000 m, al que llamamos «Canaleta». Finalmente nos despedimos del glaciar de Güssfeldt y del Aconcagua.

De vuelta a la civilización

Nuestro objetivo ahora se llama Portillo. Así que nos decidimos por la quebrada Cañada para cabalgar de regreso. Por esta quebrada debemos torcer hacia el Este para así llegar al Paso Iguana, al final del valle de Portillo, para así no utilizar el mismo camino de la ida. Desde el hotel se ve este paso como un pequeño portezuelo a la distancia sobre la laguna del Inca.

No hay huella, lo que los arrieros no encuentran especialmente atractivo, pero a pesar de eso continúan. De vez en cuando nos cruzamos con huellas de guanacos, fuera de eso no hay señales de algún ser vivo. Desde este lado el paso se usa rara vez, ¿por qué será? nos preguntamos. Pronto lo vamos a averiguar. Al llegar a 4400 m de altitud (altitud del paso 4100 m) nos damos cuenta que nos pasamos por 300 m. Por todas partes hay paredes empinadas de roca y tentador reluce a la distancia la laguna con el Hotel Portillo en su otra orilla. Buscamos un camino o más bien una posibilidad para bajar al valle. Por ahí, una pequeña y abrupta canaleta lleva hacia un aterrador acarreo. «Escuchen, ¿no podríamos hacer un intento por acá?» «Claro, por acá no más.» Y tenía razón: una hora más tarde estamos a los pies de un glaciar cubierto por acarreo. Los arrieros opinan que somos los primeros en descender por esa ladera con animales. Es incomprensible como nuestras mulas descendieron con todas las patas estiradas hacia abajo y con sus partes posteriores casi sentadas en las piedras. Freno de emergencia lo podríamos llamar. Hernán nos dice que vamos a llamar al paso, «Paso de los Choros, porque de puro choro nomás que pasamos.»

Grandes piedras nos dificultan el avance. Cada cierto tiempo brilla el hielo entre el acarreo y así rápidamente se nos hace tarde. A las 19:00 estamos junto a la laguna del Inca. Debemos descargar todos los animales debido a que el camino por la orilla de la laguna no es posible de ser recorrido con animales cargados porque hay una angostura entre las rocas. Al atardecer continuamos y no nos queda otra opción más que confiar en el paso seguro de los animales. Finalmente a las 9:00 de la noche, llegamos al hotel y 16 días de aventuras en la cordillera llegan a su fin.

Diciendo esto, Dieter, quiero darte las gracias por tu liderazgo y la idea hacer una expedición como ésta con nosotros. ¡Hasta la próxima!

Hans-Uwe Grosse

Instrucciones para el equipo

Ruta Chilena (16 a 20 días)

Provisiones para el campamento base:

Puré de papas (seco), pan negro (panadería Fuchs), salame, margarina, mermelada, miel, queso, jamón, huevos (para la primera semana), salchichas, paté, manteca, Milo, leche evaporada y en polvo, té, café, azúcar, jugo de frambuesa, limones, naranjas, manzanas, cebollas, diferentes sopas en polvo.

Conservas: porotos, porotos verdes, arvejas, frutas, pescado, gulasch.

Provisiones para el cerro:

Milo, leche en polvo, té, café, azúcar, chocolate, glucosa, pan (lo más recomendable es pan de larga duración como el pan pita), queso (Riachuelo), sopas en polvo.

Equipo para el cerro:

Piolet, crampones, cuerda, chaqueta de pluma, cortaviento, pantalones gruesos, guantes de pluma o dos a tres pares de guantes de lana con guantes externos resistentes al agua, zapatos de montaña con botín interior o muy bueno zapatos de montaña), polainas, protector solar, saco de vivac, saco de dormir, linterna, cocinilla a bencina y carpa de montaña.

Carpas:

Carpa de campamento (ojalá amplia), carpa para los arrieros, carpa de alta montaña.

Artículo publicado originalmente en la Revista Andina 1969-1972

Traducción: Álvaro Vivanco