Nevado de Flores – Traducción del relato del ascenso de 1959
En este año tuvimos mucha mala suerte con el tiempo. En casi todos los intentos de ascenso nos vimos obligados a regresar por culpa de las nevazones. Pudimos conquistar muy pocas cumbres.
El 8 de diciembre de 1958 levantamos en el Marmolejo a 5100 m de altitud nuestro campamento alto. Al día siguiente debimos iniciar el regreso debido a una tormenta de nieve.
A pesar de eso no perdimos la esperanza. Cuando tuvimos cuatro días libres para año nuevo, buscamos alguna zona desconocida. Nuestro objetivo era el Nevado de Flores en la alta cordillera de Rancagua. Con buen tiempo esperábamos poder ascenderlo.
Los participantes eran: Wolfgang Förster, Fernando Montenegro, Sergio Montenegro y Julius Haberland.
El 1° de enero de 1959 nos dirigimos en auto a Rancagua para seguir desde ahí por el valle del Cachapoal y luego por el de Pangal. El camino se termina en la desembocadura del río Blanco en el Pangal. Junto a una mina abandonada dejamos nuestros vehículos bajo unos cerezos. El lugar se encuentra a unos 1500 msnm.
A pie ingresamos por la tarde en el valle de Pangal hasta la desembocadura del Estero Las Flores. Luego seguimos éste y junto a él levantamos a una altitud de unos 1900 m nuestro campamento.
El 2 de enero nos llevó hasta el final del valle y luego seguimos por un grueso acarreo hasta la morrena final, donde levantamos nuestro campamento alto a unos 3300 m de altitud.
Al tercer día, con mochilas más livianas, ascendimos valle arriba hasta el portezuelo entre el Nevado y la Torre de Flores. Acá tuvimos una pequeña pausa, nos pusimos los crampones y nos encordamos. Cruzamos hacia arriba por el resbaladizo glaciar hasta que estuvimos delante de la dificultad más grande de nuestro ascenso: para alcanzar la arista debíamos escalar por roca con hielo y luego por una abrupta y congelada canaleta de nieve.
La interminable arista no ofrecía más obstáculos, el glaciar no tenía grietas y se extendía plano hasta la cumbre.
Alcanzamos la cumbre tras 9 horas de ascenso. Nos ofreció una vista magnífica a los valles del Maipo y de Pangal. Para nuestra alegría constatamos que este cerro ya había sido ascendido una vez por: Walter Bachmann, Evelio Echevarría y Enrique Vidaurrizaga.
Tras un pequeño descanso en la cumbre descendimos por la misma ruta. A las 21:00 llegamos a nuestro campamento alto.
El Estero de las Flores merece su nombre con justicia. En el valle fuimos sorprendidos por un esplendor de flores increíble. Toda la zona es una belleza única. Le ofrece al montañista muchas posibilidades de excursiones que valen la pena.
Julius Haberland
Artículo publicado originalmente en la Revista Andina 1959
Traducción: Álvaro Vivanco