Prehistoria del Refugio «Lo Valdés»
Todos los socios del Club Alemán de Excursionismo conocen nuestro primer, más grande y más hermoso refugio de Lo Valdés, sin embargo, muy pocos conocen su historia completa, la cual acá contamos para la posteridad.
Nuestro ex socio Max Junge, con muy buenas conexiones con el gobierno de Ibáñez, condujo interminables negociaciones en los años 1928 y 1929 con éste hasta que consiguió la aprobación que el «Fomento de Turismo», es decir, un organismos estatal para el tránsito de extranjeros, dispusiera de la suma de $50.000 para la construcción del primer refugio de ski en Chile que sería administrado por el Club Alemán de Excursionismo.
Durante las negociaciones se le encargó a M. Junge un informe sobre el futuro refugio en el que se debía tener en cuenta que eran necesarias las mejores condiciones de nieve y que, por otro lado, el refugio debía ser fácilmente accesible todo el tiempo para que hasta el deportista más modesto lo pudiera visitar. Debido a que Junge carecía de los conocimientos sobre las zonas en estudio, se dirigió a nuestro antiguo socio, el señor Federico Fickenscher, uno de los mejores conocedores de la cordillera. En este informe se evaluaron las siguientes zonas:
- Valle de San Francisco:
- Los Rulos, una depresión en el cordón entre los valles de San Francisco y el Arrayán, también accesible desde Los Peritos.
- Valle del Plomo, el terreno ideal para esquiar, con fabulosas posibilidades de descenso y maravillosas vistas desde los cerros hacia abajo al valle de la capital Santiago y hacia arriba a la alta cordillera; la entrada al valle está al Noreste de Pérez Caldera.
- Potrero Grande de Villa Paulina, hoy en día la zona de nuestro refugio de La Parva.
- Valle del Maipo:
- Potrero Grande del Manzano, con nuestros actuales refugios de Totorillas y los Azules.
- Tres Esteros, la zona del actual refugio Lagunillas del Club Andino.
- Laguna San Lorenzo, donde hoy en día está el refugio de nuestro socio Sebastian Krückel.
- Lo Valdés con el valle de Morales, en esta zona está actualmente el refugio del club de excursionismo.
- La Engorda, por lejos el terreno más grande para esquiar en la Cordillera Central con posibilidades de descenso desde las laderas Noreste del volcán San José hasta una sección de aproximadamente diez kilómetros; una vez desbloqueado el acceso acá debiera estar el «El Dorado» de los verdaderos esquiadores.
Tras extensas discusiones con todos los pro y contra, ya sea porque la temporada de nieve es muy corta o porque el acceso es muy caro y difícil, porque sólo se puede conseguir usando autos o caballos, sólo quedó la zona de Lo Valdés para ser elegida y fue debido a las siguientes razones:
- Carretera hasta el terreno mismo del refugio.
- Acceso económico con el ferrocarril a El Volcán y desde ahí a pie.
- Debido a la ubicación de ls quebrada Morales, protegida del sol, se tiene la más larga temporada de deportes de invierno.
- Se encuentra en un área poblada durante todo el año.
- Cercanía a los aguas cálidas y medicinales de los Baños Morales y Colinas.
- Favorables condiciones de agua gracias al estero Lo Valdés.
- También tiene atractivos en verano como punto de partida a hermosas excursiones a la montaña. Característica de la que carecen los otros refugios existentes hoy en día.
Lamentablemente comenzaron en ese momento las dificultades financieras del Gobierno que finalmente llevaron a la caída del Presidente Ibáñez. Cuando el señor M. Junge finalmente se convenció que su proyecto no saldría del estado de las promesas, declaró sus esfuerzos como inútiles.
Sin embargo, la idea «Lo Valdés» había gustado. Idea que el señor Hermann Sattler, en esa época Secretario del Directorio, con sus conocidos mantuvo y continuó con perseverancia de hierro. Él inició largas negociaciones con el dueño del fundo «Los Queltehues», quien era difícil de convencer para que vendiera un pedazo de su terreno. Estas conversaciones se dificultaron aún más puesto que el señor Guillermo Zamudio Flores residía en parte en Santiago y en parte en Los Queltehues. Cuando finalmente dio su aprobación para que compráramos dos hectáreas de tierra en Lo Valdés a cambio de un pago en efectivo de $10.000, el señor Sattler comenzó un trabajo aún más difícil, el financiamiento del proyecto. Él evaluó los medios del club y la voluntad de los socios para contraer deudas; él visitó la mayoría de las empresas alemanas y personas privadas para conseguir colaboración tanto en dinero como en materiales de construcción; encontró mucho entusiasmo para nuestros esfuerzos por conseguir la difusión del deporte del ski en Chile a través de la construcción de un refugio en la cordillera; pero también encontró oídos sordos y bolsillos cerrados.
Debido a que los fondos disponibles no alcanzaban para la compra el terreno y la construcción del refugio, se debió volver a negociar con el señor Zamudio con quien se acordó pagar el precio en 10 cuotas anuales de $1.000 y a mediados de septiembre estaba en la notaría para firma el contrato de compra.
El señor Sattler, que estaba fascinado con el gran macizo de 5.060 metros de altura del cerro Morado, había buscado un terreno aproximadamente unos 500 metros abajo de nuestro actual refugio que, sin embargo, estaba desprotegido de las tormentas y el mal tiempo; el peligro de robos también habría sido grande puesto que en aquella época no sabíamos si es que era posible entregar el refugio en concesión.
En ese momento regresó de Europa nuestro socio Fickenscher, quien había pasado ocho días en Lo Valdés durante la construcción del funicular a las yeseras, conocía hasta el último centímetro cuadrado de la zona y estaba convencido de que se debía elegir otro terreno que pasara desapercibido desde Lo Valdés y estuviera más protegido del mal tiempo.
Le correspondió a él convencer al Directorio del DAV de enviar una comisión formada por los señores Bethke, Eitel, Klatt, Radefeld, Döring, Heller, Krückel, PFenniger y Zeller el 31 de septiembre de 1931 junto con él para confirmar el terreno final del refugio. Se estuvo de acuerdo en elegir el lugar actual con la ya conocida y magnífica vista al volcán San José de 5880 metros, especialmente a la hora de la puesta de sol.
Recordamos también a nuestro presidente de la época, el señor Eugen Heller, al señor Radefeld quien realizó las medidas para fijar los límites del terreno para su venta que se firmó el 19 de noviembre de 1931 y al señor Wiedmaier que usó su influencia para liberar la hipoteca de nuestra propiedad de la Caja Hipotecaria como también a todos los otros camaradas de montaña que apoyaron nuestro proyecto de refugio.
10 Mandamientos del Visitante de los Refugios
- Antes de que llegues al refugio hazte notar a través de gritos para que todos sepan quien viene.
- No te limpies los zapatos para que así entre mucha suciedad y nieve en el refugio; en invierno deja la puerta abierta para refresque.
- Cuando finalmente estés dentro del refugio pon atención de guardar los esquíes, bastones, piolet, crampones y cualquier otra cosa peligrosa donde alguien se pueda pinchar los ojos o las costillas; acá se apela especialmente a la camaradería.
- Cuando tomes tu lugar intenta pedir mucho. Otros que vienen después que tú se conforman con poco. Pon la mochila y cosas parecidas arriba de la mesa, así te ves como un «experto».
- Cuando estés comiendo procura ensuciar todos los bordes de la mesa, limpia tu cuchillo ahí y no olvides remojar la mesa al beber.
- Cuando el administrador necesite gente para ir a buscar agua, hacer fuego o limpieza, sé astuto y desaparece. El trabajo lo pueden hacer los «otros».
- En las tardes fuma mucho. El buen aire producido acá es extremadamente útil; especialmente para aquellos que al día siguiente tienen una excursión.
- En cuanto los primeros visitantes del refugio se vayan a acostar, comienza a cantar y a gritar – ¡no es necesario que suene bien!
- Cuando en la mañana comienza el nuevo día, por favor, no te levantes a tiempo sino que deja que te lleven el desayuno a la habitación. Regaña también a la gente que te traen adescansar. Si vas a hacer una excursión, entonces grita, puede ser que los otros te oigan y te «admiren» por tu acto heroico.
- Antes de comenzar una excursión a la montaña no le digas a nadie la ruta y el bjetivo que tienes para que muchos tengan que ir a buscarte en todas las direcciones más tarde.
- Arriba en la cumbre roba los testimonios de montañistas anteriores, especialmente llévate rápido el libro de cumbre.
- Cuando regreses de una excursión en esquíes o de la montaña cuéntale a todos sobre tu experiencia, todos se interesan en eso…
¡Nuestros Tres Refugios en Chile!
Lo Valdés:
El rey de los refugios del Club Alemán de Excursionismo Santiago en sus 10 años de existencia – ¡realmente un orgullo! – tiene el papel principal para quienes practican deportes de montaña y ski así como también entre los visitantes que simplemente buscan recuperarse entre las magníficas montañas. Constantemente arreglado y mejorado gracias a aportes no menores del Club así como donaciones de la comunidad alemana acá se ofrece, bajo la dirección de un aplicado concesionario, un hogar de montaña de verdadero espíritu alemán.
Refugio de la Parva:
Aunque este sólido refugio, ubicado en medio del majestuoso mundo de la cordillera, sólo cuenta con cinco años le ha ofrecido a algunos visitantes muchas horas de alegría llenas de experiencias. Principalmente utilizado como punto de partida de algunas de las magníficas posibilidades con ski, también ha sufrido algunas modificaciones en su construcción que permiten ofrecer hoy en día un cómodo alojamiento a un grupo de 40-60 deportistas. El próximo verano corresponde darle el último retoque a las últimas mejoras y se espera que acá el espíritu de trabajo de los socios del DAV no deje nada que desear. También son recibidas con mucho agradecimiento las donaciones para hacer mejoras en el interior.
Los Azules:
Este refugio, el más pequeño, pero quizá también el más apropiado de los refugios del Club Alemán de Excursionismo, ubicado en la zona del Potrero Grande, ha tenido en los últimos años más visitantes que los deseados. ¿Por qué?
Acá radica la cuestión: seis veces entraron a robar y con ello se perdieron los hermosos tapices de las paredes, el libro de visitantes se rompió y toda la instalación fue saqueada.
El encargado del refugio Los Azules es por lejos el hombre más ocupado; el buen carácter que ha demostrado fue puesto a prueba, sin embargo, él no cederá: la justicia y el respeto por la propiedad ajena alguna vez encontrarán su lugar allá, en El Dorado de los esquiadores, y los grandes esfuerzos serán recompensados.
En todo caso, los muchos cursos de ski realizados en Los Azules confirman nuevamente que acá «todavía hay algo por hacer».
Traducción: Álvaro Vivanco
Artículo publicado originalmente en la Revista Andina 1943: