Relatos

Primeros Ascensos Ermitaño (6.187 m) y Peña Blanca (6.030 m) – Traducción del artículo publicado por Heinz Koch en 1969

Primeros Ascensos Ermitaño (6.187 m) y Peña Blanca (6.030 m)

A mediados de noviembre de 1967 seis montañistas de Santiago y Valparaíso exploramos la parte Sur de la Puna de Atacama. Para eso viajamos en un jeep y en una camioneta hasta Copiapó y desde aquí unos 260 km hacia el interior hasta la frontera argentina. Un poco antes de ésta y en las cercanías del Paso San Francisco, por el que pasó Almagro hace 4 siglos para la conquista de nuestro país, armamos nuestro campamento junto a la laguna Verde. Ésta se encuentra en medio de una desoladora pampa a unos 4000 metros de altitud rodeada por una buena docena de seismiles. La laguna recibe su nombre del color verde esmeralda con el que resalta por sobre el amarillo de las arenas del alrededor. Aunque el agua tiene mayor contenido salino que el mar viven unos cientos de hermosas, pero tímidas parinas (flamencos rosados) en su orilla. En una de sus orillas corre un riachuelo de agua dulce del cual podíamos abastecernos. No lejos de ahí, directo en la orilla de la laguna, se encuentran fuentes termales junto a las cuales alguien levantó simple muros de piedra (pircas) como protección contra el viento. Acá dejamos nuestros autos y carpas.

Al norte de la laguna se encuentran dos seismiles, hasta ese momento sin ascenso, que nosotros al tercer día atacamos. Con el jeep pudimos cruzar el desierto de piedras y gracias a la tracción en las cuatro ruedas alcanzamos una altitud de 4.800 metros. En la misma tarde armamos nuestro campamento alto a 5.300 m y preparamos el ascenso del vecino «Ermitaño». Especialmente difícil nos pareció el abastecimiento de agua, primero tuvimos que encontrar unos restos de nieve y luego, con mucho esfuerzo, derretirlos en la cocinilla. El 20 de noviembre a las 5:00 de la mañana y con -15°C partimos cuatro compañeros. Tras unas 2 horas se alcanzó un paso que se encuentra entre el «Ermitaño» y el «Peña Blanca». Desde acá nos mantuvimos a la derecha en dirección Este y ascendimos a una arista cubierta por piedras sueltas. En algunos puntos aparecían grandes formaciones de azufre. A las 10:00 se hizo una pausa y con renovadas fuerzas alcanzamos poco después del mediodía la cumbre del «Ermitaño». El tiempo se mantuvo estable y pudimos tomar fotografías sin problemas y observar posibles rutas de ascenso a los cerros vecinos. Esta cumbre la alcanzaron Sergio Kunstmann, Pedro Rosende y Etienne Vian de Santiago; y Heinz Koch de Valparaíso. El descenso se consiguió sin problemas y a las 18:00 llegamos al campamento alto.

Al día siguiente Vian y Koch descendimos al campamento base mientras Sergio Kunstmann, Pedro Rosende y Claudio Maier intentaban el «Peña Blanca». Para esto partieron a las 6:30 del 21 de noviembre y después de alcanzar el ya mencionado paso esta vez doblaron hacia la izquierda. Sin grandes dificultades llegaron al mediodía a una de las dos cumbres del «Peña Blanca» y la bautizaron en honor al recientemente fallecido Presidente de la Federación de Andinismo como «Boris Kraizel». A las 17:00 regresaron al campamento alto y consiguieron llegar más tarde hasta donde los esperaba el jeep que los llevó hasta la laguna Verde.

Los dos días siguientes fueron dedicados a reconocer la zona en los alrededores del Paso San Francisco con la intención de intentar en el futuro otras ascensiones.

Primer Ascenso del cerro Olivares (o Porongos) 6.252 m.

Este cerro se encuentra en la Provincia de Coquimbo al final del valle del Elqui en la frontera argentina. Después de fracasaran dos intentos de ascenso en septiembre de 1962 y en mayo de 1963, lo intentamos de nuevo a fines de noviembre de 1964. Junto a Juan Tangol del Club Andeski Santiago viajamos por el valle del Elqui y luego por el valle del Turbio hasta la represa «La Laguna» (3.000 m). Dejamos nuestra camioneta con los supervisores y nos procuramos dos mulas para nuestro equipo. Desde acá partimos hacia el cajón del río Colorado en dirección al paso fronterizo Aguas Negras del cual el Olivares se encuentra hacia el Sur. Pronto teníamos al impresionante seis mil delante nuestro y doblamos hacia el Sur en un valle lateral que nos llevó hasta los pies de la cumbre Sur del Olivares. A unos 4000 m armamos nuestro campamento puesto que acá todavía teníamos suficiente agua y pasto para los animales e incluso pudimos encontrar algo de madera. Tras un día de descanso partimos Juan y yo por una arista que nos debía llevar a un paso entre la cumbre principal y la cumbre sur del Olivares. En la tarde armamos nuestro campamento a 5.500 m para intentar al otro día el asalto a la cumbre. Hasta acá el tiempo había estado magnífico: poco viento, no demasiado frío, a pesar de la altura podíamos dormir afuera. El 27 de noviembre a las 5:00 de la mañana partimos sólo con equipo liviano. Lamentablemente tras una media hora Juan no estaba en condiciones de seguir debido a que estaba agotado por el ascenso del día anterior. A pesar de una larga pausa que tomamos, prefirió descender al campamento y yo debía intentar llegar hasta el paso para reconocer las posibilidades de ascenso. Desde abajo el paso se veía casi inaccesible porque justo abajo de él una empinada banda de roca parecía cerrar el paso. El paso se encontraba relativamente cerca, sin embargo, lo alcancé tras 6 horas de ascenso. La pasada por las rocas no me pareció fácil, sin embargo, encontré algunas canaletas por las que pude escalar. Afortunadamente la roca era firme y manejable puesto que el viento se había preocupado de llevarse todas las piedras sueltas. Muy interesantes se veían las figuras que el viento había ahuecado. Una vez en el paso, para mi alegría, pude constatar que poco más adelante mio en dirección Norte se encontraba la cumbre que podía alcanzar en una hora. Lamentablemente el tiempo empeoró. El viento soplaba con más fuerza desde el Noroeste y a ratos me encontraba cubierto por nubes por lo que debía tener mucho cuidado de mantener la dirección correcta. A las 15:00 llegué a la cumbre en la que no encontré rastros de algún ascenso anterior, tampoco de indígenas como encontré en el vecino Tórtolas. Tras una media hora comencé el descenso después de haber tomado algunas fotografías justo con el cielo se abrió. El descenso no fue para nada fácil ya que con la capa de nube con dificultades pude encontrar el paso. Afortunadamente encontré finalmente una canaleta que terminaba en una ladera de acarreo por la que finalmente pude descender. Hacia el atardecer alcancé el campamento alto y junto con Juan, que nuevamente se sentía bien, descendimos al campamento base.

Entretanto el Olivares fue nuevamente ascendido en febrero de 1966 por un grupo del Club Andino Mercedario de San Juan, Argentina. Desde hace tres años está terminado el camino internacional La Serena-San Juan que pasa directo a los pies del Olivares.

Heinz Koch

Traducción: Álvaro Vivanco

Relato publicado originalmente en la Revista Andina 1965-1969